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Las Metodologías Ágiles (en inglés Agile) son metodologías para el desarrollo de proyectos, que se basan en el desarrollo iterativo e incremental del producto y los plazos de entrega cortos. Entre las más conocidas se encuentran Scrum, Kanban y XP.
En lugar de invertir todos los recursos en un gran lanzamiento, un equipo ágil trabaja en mejoras pequeñas, pero alcanzables. Esta forma de trabajo va de la mano con una evaluación constante de los objetivos, planes y resultados del proyecto, que permite responder “ágilmente” frente a los cambios.
Es una práctica que promueve las pruebas durante todo el ciclo de vida de desarrollo de un producto. Las Metodologías Ágiles permiten adaptarse a las condiciones del proyecto de una forma flexible, autónoma y eficaz, reduciendo los costes e incrementando su productividad. El objetivo es desarrollar productos de calidad que respondan a las necesidades de los clientes cuyas prioridades cambian a una velocidad cada vez mayor.
Los startups son empresas con un inicio muy rápido, que necesitan procesos muy acelerados para dar una respuesta rápida a sus clientes. Por ello, las Metodologías Ágiles suponen un marco de trabajo ideal para ellas.
Dentro de las Metodologías Ágiles más utilizadas, se encuentra Scrum, el cual consiste en dividir el proyecto en pequeñas partes que tienen que completarse y entregarse en plazos cortos, llamados ‘sprints’. De esta manera, si hay que realizar cualquier modificación, sólo se hacen cambios en la parte implicada y en muy poco tiempo.
Por otro lado, Kanban es otro tipo de Metodología Ágil, el cual es un método de gestión del flujo de trabajo diseñado para ayudar a visualizar el trabajo, maximizar la eficiencia y ser ágiles. Consiste en crear un tablero Kanban con tres columnas: “Solicitado”, “En curso” y “Listo”. El objetivo es que el tablero sirva como un repositorio de información en tiempo real, destacando los cuellos de botella y cualquier otra cosa que pueda interferir con el desarrollo del producto.